En ocasiones, las ciudades crecen a velocidades vertiginosas, y cuando esto ocurre, normalmente es a costa de sepultar con asfalto y hormigón espacios naturales o campos de cultivo, considerados por desgracia como terrenos menos valiosos.
Cuando esto ocurre, desparecen una serie de hábitats necesarios para la presencia de la flora y la fauna, quedando relegadas a los últimos enclaves de suelo descubierto y normalmente muy alterado. Un caso que a mi juicio es bastante curioso está en Sagunto. Esta ciudad se encuentra seccionada por el cauce seco del Río Palancia, tremendamente degradado a esta altura, sin vegetación de ribera y sin un caudal mínimo de agua. En estas condiciones solamente pueden desarrollarse unas pocas especies de plantas nitrófilas y algunos arbustos o árboles, plantas invasoras la mayoría como Acacia karoo, Ailanthus altissima o Nicotiana glauca, originarias de otros continentes y que invaden nuestros ecosistemas desplazando en muchos casos a la vegetación autóctona.
Algo más sorprendente se produce cuando la fauna es capaz de resistir, como en este caso, una familia de conejos ha conseguido sobrevivir de momento, atrincherada dentro de dicho cauce, en un tramo muy transitado por vehículos y justo debajo de un puente que soporta un trasiego constante de personas.
Resulta impresionante ver como la naturaleza en determinadas circunstancias es capaz de adaptarse a unas agresiones tan hostiles como las que los humanos le creamos, otorgando un halo de esperanza de que todavía no ha sido derrotada del todo.
Uy!!
ResponderEliminarEse conejo me suena, creo que lo vi ayer por la tarde.
Ya ves que me he puesto al día con tu blog, muy bueno, como todo lo que redactas.
Un beso.
Qué blog tan interesante David! Venía a darte las gracias personalmente por tu ayuda y me encuentro con esta grata sorpresa :)
ResponderEliminarPues nada, que te añado a mis favoritos y con tu permiso, como veo que controlas de todo, seguiré preguntando :)
Saluditosssssss