Las zonas húmedas son unos ecosistemas muy singulares y muy vulnerables, ya que cualquier acción sobre ellos puede modificarlos considerablemente o hacerlos desaparecer. Tradicionalmente se han considerado terrenos baldíos en los que no se podía cultivar, foco de enfermedades ligadas a la presencia de mosquitos como puede ser el paludismo. Por estas razones, históricamente se han venido desecando, casos llamativos han sido el “Mar de Campos”, recuperado en parte (La Nava, Villafáfila, Boada) o la Laguna de Villena, desecada en el siglo XIX. En el mejor de los casos eran toleradas por tratarse de cotos cinegéticos como la Albubera de Valencia o el Fondó en Elche.
Una de las grandes amenazas de las zonas húmedas es la eutrofización, es decir, el aporte excesivo de nutrientes en sus aguas, este fenómeno crea desequilibrios en las dinámicas de vegetación, favoreciendo aquellas especies de crecimiento rápido y gran porte que monopolizan la superficie del humedal impidiendo el desarrollo de otras especies más interesantes para el ecosistema.
Al tratarse de sistemas en los que entra materia y nutrientes de fuera en ocasiones vertidos directamente, en otras por infiltraciones de purines de granjas o abonos nitrogenados de los cultivos, pero ésta no es eliminada posteriormente por otras vías, pueden producirse una serie de problemas derivados del exceso de vegetación. La materia seca de carrizos o eneas se acumula bajo el agua, produciéndose una fermentación que consumirá el oxígeno del agua quedando éste medio poco apto para los peces y otros organismos. Otro de los problemas que conlleva el crecimiento desmesurado de la vegetación palustre es la colmatación del lecho de la marisma o la laguna por la acumulación sucesiva de los residuos formándose turberas.
Algunas de las actuaciones que se llevan a cabo en los humedales dentro de los planes de gestión de estos espacios, están encaminadas a reducir a unos límites tolerables las cantidades de platas emergentes (helófitos), que son necesarias en cierta proporción, pues son fundamentales como refugio y lugar de nidificación de aves, se trata de carrizos y eneas fundamentalmente, para favorecer así la aparición de platas sumergidas (carófitos) que entre otras funciones destaca la de oxigenar el agua y servir de alimento y refugio a la fauna, especialmente insectos u otros artrópodos.
De entre los métodos que se suelen emplear para controlar el exceso de plantas helofíticas en los humedales, estos son los más comunes:
La quema controlada ha sido un sistema tradicional y que en algunos lugares se sigue realizando, tiene la ventaja de ser muy barato y muy rápido, pero los inconvenientes lógicos de estar tratando con fuego, peligro de incendios forestales, nubes de humo, contaminación atmosférica, etc. Además, el fuego destruye a su paso toda la vida que encuentra por encima del suelo como insectos que alimentan otras especies, y además, las cenizas producidas son ricas en nutrientes que servirán de abono para la rápida regeneración de la cubierta vegetal.
La siega mecánica se realiza mediante máquinas cosechadoras, que además realizan el empacado del residuo para una cómoda extracción posterior. Este sistema se hace indispensable para los proyectos de recuperación de suelos contaminados por metales pesados, en estos proyectos se aprovecha la capacidad que poseen estas plantas para captar elementos como puede ser el plomo (procedente de perdigones de caza), incorporándolos a sus propios tejidos. Para realizar la descontaminación del suelo es necesario extraer posteriormente las plantas mencionadas del humedal para que el plomo no vuelva al suelo.
El decapado es otra técnica que consiste en eliminar la primera capa de tierra del fondo de la laguna, para este fin se emplea maquinaria pesada que aprovechando periodos en los que no exista inundación, para eliminar esta capa de suelo y con ella los rizomas de carrizos y eneas para evitar su reaparición en algunos años. El problema que tiene es además de su elevado coste económico es el coste ecológico que produce, pues introducir este tipo de maquinaria en ecosistemas tan sensibles como los humedales puede tener consecuencias muy negativas sobre las poblaciones de anfibios y reptiles del lugar, por poner un ejemplo, ya que estos animales se entierran para sobrevivir a los periodos secos, si eliminas el suelo, los arrastras con el. No obstante, en ocasiones puede ser interesante realizar un decapado cuando los depósitos de materia orgánica muerta han colmatado el lecho y dificultan la inundación de las zonas predestinadas a ello.
Una solución que aúna medidas ecológicas, pues no se emplea maquinaria ni se expulsan grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera, y que a su vez puede servir para fomentar el desarrollo local, es el pastoreo, tanto con animales domésticos como silvestres, por ejemplo mediante ciervos, en cuanto a ganado doméstico existen diferentes alternativas, las vacas se adaptan muy bien a estas tareas, pero sus excrementos son demasiado abundantes y por lo tanto producen una alta eutrofización de las aguas, convirtiéndose al final en parte del problema, ovejas y cabras no terminan de adaptarse a los periodos de inundación, existen algunas razas de caballos que están acostumbrados a comer con las patas sumergidas en el agua, se les conoce como "caballos retruerteros", y son una de las mejores opciones para esta labor, ya se emplean desde hace años en sitios como Doñana o la Laguna de la Nava en Palencia.
En la Laguna de La Nava en Palencia se usan los cuatro tipos de eliminación de vegetación que describes. En el humedal de La Camargue francesa también usan caballos con ese fin.
ResponderEliminarHola davidacho, muy interesante este post precisamente en el Dia Mundial de los Humedales. Una pregunta: si no tuvieramos problemas de aporte extra de nutrientes por la agricultura, ¿debería igualmente controlarse el "exceso" de vegetación helófita? Una dinámica "natural", sin intervención humana, siempre conllevaría a la larga la colmatación, o depende de muhos otros factores - profundidad del agua etc?
ResponderEliminarTambién me gustaría saber por qué es necesario evitar a toda costa la colmatación... bueno, imagino que porque no nos sobran los humedales, precisamente.
Ars Natura, la nava es una laguna que conozco bastante bien, y es cierto que se han estado investigando en ella todos estos métodos para la gestión de la vegetación.
ResponderEliminarun tema interesante Annette, en principio un humedal, al igual que un rio, no tiene porque siempre seguir el mismo cauce, es decir, que a lo largo de la historia existe cierto dinamismo en la ubicación de la masa de agua, la mayor parte de los humedales que tenemos son zonas poco profundas, estacionales muchas de ellas, por tanto, si se produce una colmatación del lecho no necesariamente debe significar la desparicion del humedal, tal vez la zona inundada se desplazaría a cotas más bajas. en sitios de aguas profundas no existe el problema de los helófitos, ya que estas plantas tienen una profundidad máxima a la que pueden crecer. de todas formas, es un tema delicado, pues a día de hoy, todas las zonas húmedas están influenciadas de una u otra forma por la actividad humana.
la verdad es que no se si te te he contestado al final, pero gracias por aportar comentarios, a ti y a todos.
saludicos
Hola, ¿Podrias pasarme las fuentes para este post?
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarMuy interesante el post.
Si tienes posibilidad de controlar la altura de la lámina de agua ¿Que calados deberíamos tener para evitar la aparición de vegetación o favorecer más a unas especies u otras? Si conoces algún documento o experiencia acerca de ello...
Gracias.