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Berberomeloe majalis |
Los miembros de la familia Meloidae, son unos coleópteros conocidos popularmente como aceiteras. Este nombre les viene dado por una característica forma de defensa, cuando se sienten acorralados, son capaces de excretar una sustancia aceitosa que contiene cantaridina, una toxina muy potente que por lo visto tiene un sabor muy amargo y puede causar erupciones en la piel y que les evita ser devorados por los predadores.
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Cerocoma schaefferi |
Los meloideos sufren una metamorfosis mas compleja que otros grupos de insectos. Sus larvas son insectívoras y suelen parasitar nidos de abejas sociales. Este parasitismo consiste en que las larvas cuando emergen de los huevos, se desplazan en grupo hasta lo alto de una hierba o una flor, cuando una abeja o abejorro se posa en ella, las larvas se le suben al cuerpo y son transportadas inconscientemente por las abejas hasta su enjambre, y allí se alimentarán de las larvas de las propias abejas, aunque en ocasiones solamente se alimentan de las provisiones de sus huéspedes.
Parece ser que la cantaridina se consumía por considerarse erróneamente un potente afrodisiaco, también era utilizado como vesicante, supuestamente para tratar las úlceras en la piel y extraer del cuerpo los líquidos "perniciosos", también se utilizaron en tratamientos contra alopecia, como diurético y contra la incontinencia urinaria. Por estas razones, en la antigüedad, estos animales eran capturados y exportados a gran parte de Europa para su uso en la medicina y la farmacopea de la época.
La cantaridina se extraía principalmente de la especie
Lytta vesicatoria, conocida como cantárida, se utilizaban las alas de este insecto molidas y mezcladas con miel. Esta mezcla poseía efectos lujuriosos en quienes los consumía, pero como efecto secundario se producía ardor e irritación de las vías urinarias y la vejiga. Se conoce por las Memorias Secretas de Brachaumont un caso conocido como "El Escándalo de Marsella" en el que hombres y mujeres intoxicados con cantaridina suministrada por el Marqués de Sade, se entregan desenfrenada y furiosamente al sexo.
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Lytta vesicatoria - Foto: Esperança Alomar |
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