Grullas



Uno de los visitantes mas espectaculares de las lagunas, marjales y llanuras adehesadas mediterráneas, es sin duda, la grulla (Grus grus).

Se trata de aves de gran tamaño, con una altura de hasta más de un metro y una envergadura alar de unos dos metros. De patas largas y esbelta figura, plumaje grisáceo, cuello largo y pico afilado y una mancha roja en la cabeza de los ejemplares adultos, la hacen inconfundible.

Son aves muy escandalosas, emitiendo frecuentemente unos reclamos sonoros que recuerdan a un grito o un graznido “Cruuuu, Cruuuu”...

Los miembros de esta especie son muy buenos voladores realizando grandes migraciones, siempre en grupo y adoptando formaciones en “V” para restar resistencia al aire.

Se reproducen en el norte de Europa, antiguamente, su distribución era mucho más amplia, en España despareció como especie nidificante en 1954. Crían en ciénagas, bosques boreales y ríos y carrizales, cría en el suelo, en un nido elaborado con vegetación palustre. La puesta suele ser de dos huevos, que por norma general, del primer pollo se encargará el padre y del segundo la madre.

En sus localidades de invierno, entre octubre y febrero, se alimenta fundamentalmente de bellotas de las dehesas, y no es raro verlas frecuentar los campos de cereal y los maizales alimentándose de restos del cultivo, utilizando zonas húmedas como dormidero. En la península se localizan fundamentalmente en las provincias de Cáceres, Badajoz y Ciudad Real, existiendo núcleos en otras zonas de la península y en el Norte de África.

En época de celo que tiene lugar en primavera, los machos realizan danzas nupciales de exhibición para conseguir el favor de las hembras. En ésta época se hacen muy visibles y puede comprobarse la ausencia de dimorfismo sexual, es decir, machos y hembras son iguales externamente.

La grulla es un animal muy importante en la mitología oriental, siendo símbolo de longevidad, representa la relación entre padre e hijo, es también símbolo de sabiduría adquirida en sus largos viajes por el cielo.


Parque Nacional de Monfragüe



En Monfragüe encontramos la más extensa y mejor conservada mancha de monte mediterráneo a nivel mundial, rodeado de sierras pobladas con encinares, bosque y matorral mediterráneo, y salpicadas de roquedos, y arroyos. Todo ello permite la existencia de una rica y variada vida vegetal y animal.

Existen vestigios de la ocupación humana de estos terrenos desde épocas prehistóricas que han ido configurando la estructura del paisaje a lo largo de la historia, pero en los años 1960-70 se producen en Monfragüe dos hechos que alteraron el medio casi tanto como lo realizado por todas las civilizaciones anteriores: Se construyen las presas de Torrejón y Alcántara, con la desaparición de todas sus riberas y se repueblan grandes zonas con eucaliptos y pinos, aterrazando las laderas de las sierras y eliminando la vegetación autóctona.

Por fin, y tras múltiples controversias, en 1979 es declarado Parque Natural y posteriormente, pasaría a ser Parque Nacional en 2007.

Este parque se encuentra situado en Extremadura, en el norte de la provincia de Cáceres, entre las poblaciones de Plasencia, Cáceres y Trujillo, en la confluencia de los ríos Tajo y Tiétar.



El parque es un ejemplo claro del ecosistema mediterráneo. Cuenta con cuatro "sub-ecosistemas" principalmente.

Ecosistema de Roquedo

Los roquedos en Monfragüe están formados por grandes farallones cuarcíticos –de gran valor paisajístico- resultado de los plegamientos orogénicos y la posterior erosión a la que resistió las cuarcitas frente a las pizarras más blandas.

Las rocas se encuentran en gran parte cubiertas por líquenes y plantas rupícolas y fisurícolas, y prácticamente exentos de vegetación leñosa a excepción de algunos enebros (Juniperus oxycedrus) o cambroños (Adenocarpus hispanicus subp. argyrophyllus) Las aves encuentran en ellos un lugar idóneo para nidificar, ya que disfrutan aquí de la seguridad que les ofrece las inexpugnables paredes verticales, aisladas aún más por las aguas de los ríos. En ellos anidan especies como la cigüeña negra (Ciconia nigra), buho real (Bubo bubo), águila real (Aquila chrysaetos), alimoche (Neophron pernocterus) y grandes colonias de buitre leonado (Gyps fulvus).

Ecosistema de Ribera

Los bosques de ribera de los dos ríos principales se encuentran muy deterioradas, especialmente las del Tajo y en menos medida las del Tiétar, debido a los pantanos que impiden la consolidación de un bosque de ribera.

Es en los riachuelos donde mejores muestras de este ecosistema podemos encontrar. Estos bosques de ribera están constituidos por formaciones de Aliseda-Fresneda, siendo aliso (Alnus glutinosa) y fresno de hoja estrecha (Fraxinus angustifolia) sus especies dominantes. Como especies acompañantes encontramos arces (Acer monspessulanum), majuelos (Crataegus monogyna), zarzas, rosales, sauces, tamujos (Securinega tinctoria) y vides silvestres (Vitis vinifera subsp. sylvestris), como plantas acompañantes.

En el medio acuático las especies más interesantes son la nutria (Lutra lutra), único mamífero acuático en Monfragüe, y la cigüeña negra (Ciconia nigra) que se alimenta en las aguas someras. Entre las aves también encontramos al martín pescador (Alcedo athis), a las garzas reales (Ardea cinerea) o imperiales (Ardea purpurea) y en invierno a numerosas anátidas. Es abundante el galápago leproso (Mauremys leprosa) y podemos encontrar –aunque muy escaso- al europeo (Emys orbicularis), anfibios como la salamandra común, gallipato, tritón ibérico, sapo corredor, sapo de espuelas, sapillo pintojo, sapo partero ibérico, rana pasilarga, ranita de San Antón y ranita ibérica. En ese mismo medio no es complicado encontrar ejemplares de barbo, comiza, boga, cachuelo, colmilleja, anguila, carpa, pez gato, pez sol y lucio.

Ecosistema de matorral y bosque mediterráneo

Las formaciones de monte mediterráneo están situadas en las zonas más abruptas, ya que el resto han sido transformadas en dehesas para realizar diferentes aprovechamientos.

La composición florística varía significativamente de la solana a la umbría. En las exposiciones de solana, abundan las formaciones de carrascas (Quercus ilex subsp. ballota) acompañadas por acebuche (Olea europaea subsp. sylvestris) y en menor medida por alcornoques (Quercus suber) y piruétanos (Pyrus borgaeana). El estrato arbustivo y el matorral de sustitución están formados por jara pringosa (Cistus ladanifer), retamas (Retama sphaerocarpa), labiérnago (Phillirea angustifolia) y cantuesos (Lavandula stoechas).

Existen zonas de pinares de carrasco, piñonero y rodeno (Pinus halepensis, P. pinea y P. pinaster), restos de antiguas repoblaciones realizadas por el antiguo ICONA.

Las umbrías están dominadas por alcornocales, apareciendo también formaciones de quejigos (Quercus faginea) de las subespecies broteroi y faginea, y matorrales de sustitución dominados por brezos (Erica arborea y E. australis), madroños (Arbutus unedo), mirtos (Myrtus communis), cornicabras (Pistacia terebinthus) y durillos (Viburnum tinus) entre otros.

Las copas de los árboles, constituyen un lugar idóneo para que aves como el águila imperial (Aquila adalberti), el buitre negro (Aegypius monachus), el águila calzada (Hieraaetus pennatus) o el águila culebrera (Circaetus gallicus) instalen sus nidos. También constituyen el lugar idóneo para reproducirse y hacer sus capturas en vuelo de azor (Accipiter gentilis) o el gavilán (Accipiter nisus) Entre los mamíferos que habitan entre las espesuras está la gineta (Genetta genetta), el gato montés (Felis silvestris), el jabalí (Sus scrofa), el zorro (Vulpes vulpes) o el meloncillo (Herpetes ichneumon).

Ecosistema de dehesa

Se trata de formaciones adehesadas de carrascas o alcornoques. Son ecosistemas artificiales en los que se ha eliminado el matorral y se han respetado algunos árboles. De las dehesas se han obtenido muchos productos de los que se puede destacar la leña y carbon vegetal, el corcho, los pastos, bellotas para el ganado, caza, etc. Además constituye el hábitat de una gran diversidad de fauna y flora, por ejemplo: en el pastizal se llegan a encontrar hasta 40 especies distintas herbáceas por m²; entre los reptiles destaca el lagarto ocelado (Lacerta lepida) que encuentra aquí un lugar idóneo por sus requerimientos caloríficos; entre las rapaces destaca el bello elanio azul (Elanus caeruleus) y entre los mamíferos tenemos al lirón careto (Elyomis quercinus), a garduñas (Martes foina) y comadrejas (Mustela nivalis).

Las dehesas de Monfragüe tienen al mismo tiempo una gran diversidad biológica, sirviendo de área de alimentación de muchas de las especies que nidifican o se refugian en el bosque y en los roquedos de Monfragüe. Por ejemplo, las aves carroñeras; alimoches (Neophron pernocterus) y buitres (Gyps fulvus y Aegypius monachus) obtienen su mayor alimento de las carroñas provenientes del ganado (vacas, cerdos, ovejas y cabras) criado en la dehesa, junto a las provenientes de la caza mayor como ciervos (Cervus elaphus) y jabalíes (Sus scrofa) que también suplementan su alimentación en la dehesa; otro ejemplo importante es el del águila imperial (Aquila adalberti) que tiene como base alimenticia el conejo (Oryctolagus cuniculus) que encuentran un hábitat idóneo en la dehesa.


Conejos de ciudad



En ocasiones, las ciudades crecen a velocidades vertiginosas, y cuando esto ocurre, normalmente es a costa de sepultar con asfalto y hormigón espacios naturales o campos de cultivo, considerados por desgracia como terrenos menos valiosos.

Cuando esto ocurre, desparecen una serie de hábitats necesarios para la presencia de la flora y la fauna, quedando relegadas a los últimos enclaves de suelo descubierto y normalmente muy alterado. Un caso que a mi juicio es bastante curioso está en Sagunto. Esta ciudad se encuentra seccionada por el cauce seco del Río Palancia, tremendamente degradado a esta altura, sin vegetación de ribera y sin un caudal mínimo de agua. En estas condiciones solamente pueden desarrollarse unas pocas especies de plantas nitrófilas y algunos arbustos o árboles, plantas invasoras la mayoría como Acacia karoo, Ailanthus altissima o Nicotiana glauca, originarias de otros continentes y que invaden nuestros ecosistemas desplazando en muchos casos a la vegetación autóctona.

Algo más sorprendente se produce cuando la fauna es capaz de resistir, como en este caso, una familia de conejos ha conseguido sobrevivir de momento, atrincherada dentro de dicho cauce, en un tramo muy transitado por vehículos y justo debajo de un puente que soporta un trasiego constante de personas.

Resulta impresionante ver como la naturaleza en determinadas circunstancias es capaz de adaptarse a unas agresiones tan hostiles como las que los humanos le creamos, otorgando un halo de esperanza de que todavía no ha sido derrotada del todo.