Olmo chino


El olmo chino (Ulmus parvifolia) es una especie muy conocida por los aficionados al mundo del Bonsái. Es una de las especies más cultivadas de esa forma, como árbol enanizado mediante podas de copa y raíces, y una serie de técnicas que convierten a esta especie en un auténtico árbol en miniatura.

Conocidas son las virtudes de ésta especie para crear bonsáis, su rusticidad, su método de crecimiento, muy frondoso con hojas pequeñas, aguanta bien los recortes, etc. a pesar de esto, de que todas esas cualidades son aplicables al mundo del paisajismo, con aun añadido, pues esta especie resulta muy tolerante a la enfermedad del olmo, la grafiosis, que está devastando las olmedas de toda Europa. Resulta muy complicado encontrar olmos chinos en la jardinería convencional en la Península Ibérica, aunque es plantado en sus países de origen, China, Corea y Japón, así como en el continente americano.

El olmo chino es un árbol de tamaño medio, aunque puede alcanzar más de 20 metros, tiene una copa densa, caducifolia facultativa, esto es que en climas templados o fríos se comporta como caducifolio, aunque puede comportarse como un árbol perenne en los climas cálidos. Cuando pierde la hoja, antes de su caída suele adquirir unos tonos amarillos o rojizos muy interesantes, aportando mucha luminosidad al jardín.

Su corteza se desprende en placas irregulares similar a la del plátano de sombra. Sus raíces son superficiales y su resistencia a la sequía es la suficiente para resistir sin riegos importantes una vez que el árbol está establecido.

De entre todas las especies de olmo, Ulmus parvifolia es la única especie que florece y produce sus semillas en otoño, todos los demás lo hacen en primavera, esta característica permite una fácil identificación, evitando cualquier confusión con otras especies.

Libélulas en mi estanque



Uno de los privilegios de poder contar con un estanque en el jardín, es el hecho de que resulta un reclamo importantísimo para la fauna, tanto los mamíferos que acuden a beber, las aves que aprovechan para darse un baño y los anfibios que se reproducen, son solo una pequeña parte de la vida que albergan.

Infinidad de insectos encuentran es este medio artificial o semi-natural, según se mire, su lugar idóneo para la reproducción. Dípteros, tricópteros, efímeras, notonectas o chinches de agua son solo algunos ejemplos, pero destacan por encima de todos ellos la presencia de las libélulas, todo un espectáculo de colores y vuelos acrobáticos y maniobras aéreas.

En mi estanque desde su creación, he podido constatar el aprovechamiento como lugar para la cría de una serie de odonatos, todos ellos anisópteros, es decir, libélulas verdaderas, pues por el momento no ha aparecido ningún caballito del diablo (zigóptero). En concreto, estamos hablando de 8 especies seguras que citaré a continuación:


Aeshna mixta


Crocothemis erythraea


Orthetrum brunneum


Orthetrum coerulescens


Sympetrum fonscolombii


Sympetrum vulgatum


Sympetrum striolatum


Trithemis annulata

Lagartija colirroja



La lagartija colirroja (Acanthodactylus erythrurus) se distribuye en la región mediterránea, siendo endémica de la Península Ibérica y Norte de África. Sus parientes más próximos se encuentran en África, con hábitos desertícolas. Estas lagartijas se caracterizan por poseer unas escamas en sus dedos que les permiten desplazarse por la arena a gran velocidad.

El nombre de lagartija colirroja le viene dado porque tanto los ejemplares juveniles como las hembras en celo tienen la cola de un vivo cloro rojizo-anaranjado.

Esta especie se extiende sobretodo por la zona litoral, ocupando zonas arenosas como cordones dunares o arenales con escasa vegetación, donde se alimenta fundamentalmente de hormigas y otros pequeños artrópodos, aunque en ocasiones, los ejemplares adultos pueden consumir ejemplares juveniles de otras lagartijas, incluso llegando al canibalismo. Podemos encontrarla más al interior en terrenos igualmente sueltos y poco poblados de vegetación. El ejemplar de la imagen fue fotografiado en la localidad alicantina de  Pinoso, en un área de saladar de interior conocido como El Rodriguillo.

Esta especie necesita fuertes insolaciones para su termorregulación, aunque en las horas de máxima temperatura puede ocultarse bajo tierra, un aspecto curioso de su comportamiento es el que vemos en la fotografía, y es que despega las patas del suelo abrasador, movimientos que alterna con el contrario, que sería despegar el cuerpo del suelo apoyándose solamente sobre las patas, de esta forma no mantiene todo el tiempo las mismas partes del cuerpo en contacto con la superficie del suelo.

Lanius "El Empalador"




En nuestros paseos por el bosque o la montaña, podemos encontrar en ocasiones, insectos o lagartijas clavadas en la vegetación, principalmente en espinas de árboles o arbustos, incluso a veces en alambradas, estos hallazgos son muy interesantes, ya que denotan la presencia de un pajarillo muy curioso, el alcaudón.

Los alcaudones (Lanius sp.) son pájaros de pequeño tamaño, se caracterizan por presentar una franja oscura que pasa a la altura de los ojos a modo de antifaz, poseen un pico curvado y un comportamiento similar al de pequeñas aves rapaces. Son buenos cazadores, conocidos por su costumbre de ensartar a sus presas en ramas puntiagudas o espinas de la vegetación.

Este comportamiento tan curioso permite al pájaro mantener una despensa de alimentos para épocas de mayor escasez. Dichas presas pueden ser grandes invertebrados como escarabajos, escorpiones o saltamontes, como en la imagen, que se muestra un grillo de matorral (Steropleurus perezi), aunque también son capaces de atrapar pequeños vertebrados como lagartijas, ratoncillos u otros pájaros de pequeño tamaño.

En la Península Ibérica podemos encontrar hasta cuatro especies de alcaudones, aunque solamente una de ellas, el alcaudón meridional (Lanius meridionalis) es especie sedentaria, incrementando su población en invierno con algunos individuos transpirenaicos. El resto son visitantes estivales, aquí se reproducen y crían a sus pollos.  La especie más extendida es el alcaudón común (Lanius senator), pudiéndose encontrar por toda la península, al igual que el meridional, por el norte encontramos también el alcaudón dorsirrojo (Lanius collurio), ambas especies podemos encontrarlas solamente en verano, ya que pasan el invierno en África tropical, y por las zonas de Cataluña y Aragón, aparece también el alcaudón chico (Lanius minor), muy escaso en España, inverna en el Sur de África.

Cultivo de trufas



Una buena alternativa a los cultivos extensivos en las tierras calcáreas y frías del interior de la península es la encina micorrizada con micelio de trufa negra (Tuber melanosporum) normalmente, aunque pueden cultivarse otras especies de trufa.

Las ventajas de este cultivo frente a los tradicionales es pese a tener una puesta en cultivo algo más cara (6€/plantón), y una entrada en producción algo lenta, 7-8-10 años, se considera muy rentable por el alto precio de mercado que consigue el producto, muy demandado por restaurantes de lujo y muy escaso en la naturaleza.

Los beneficios de este cultivo son evidentes, ya que se trata de especie autóctonas, por tanto, completamente adaptadas a las condiciones de suelo y clima de la zona y necesitando muy pocos cuidados. Comentan los entendidos en la materia, que los primeros años conviene realizar una labor superficial para reducir la competencia con las plantas adventicias, y un par de riegos de apoyo en verano son suficientes para la buena implantación de los árboles.

La micorrización es un proceso natural, es una unión simbiótica entre un hongo y las raíces de la planta, de esta forma, ambos individuos obtienen un beneficio, el hongo ayuda al árbol a captar agua y determinados elementos que por si mismo resultaría más complicado, y a cambio, el hongo recibe azúcares procesados en las hojas del árbol. Se cree que existen hongos micorrícicos para todas o la inmensa mayoría de plantas conocidas.

El proceso de micorrización “industrial” se lleva a cabo en vivero, se realiza en bellotas pregerminadas, untando la radícula en una especie de papilla que contiene esporas del hongo que se pretende establecer. A continuación se siembran en bandejas forestales y transcurridas una o dos savias (temporadas de crecimiento), estos plantones pasarán al campo para su cultivo.

La trufa negra, además de poder micorrizar con éxito encinas (Quercus ilex), puede producirse en las raíces de Quejigos (Quercus faginea), coscojas (Quercus coccifera), avellanos o tilos. Un buen método para conocer la presencia de los cuerpos fructíferos de este hongo, es porque en la superficie del suelo se produce lo que se conoce como quemado, que consiste en que las plantas herbáceas que crecen sobre el mismo, comienzan a morir, dando un aspecto similar a si se hubiesen quemado con fuego.

Para la recolección de las trufas se emplean perros (más raro cerdos) adiestrados para localizar bajo tierra tan valioso producto. Cuando el perro detecta una trufa, la señala y es el propietario del perro quien con un machete trufero, una especie de pala de punta estrecha para no dañar las raíces, extrae del suelo la trufa en cuestión, en ocasiones ejemplares de gran tamaño.


Plagas forestales?



El concepto de “plaga” ha perdido un poco su significado y la gente habla de plaga demasiado a la ligera. Parece que cualquier insecto que se alimente de cualquier planta es un enemigo de la misma, sin embargo, en mi modesta opinión, esta creencia es errónea. A la gente se le ha metido en la cabeza que en cuanto vea un pulgón en sus rosales tiene que aplicarles un insecticida, que ha de matar todos los caracoles y orugas de su huerto, en lugar de dejar actuar a la fauna auxiliar que es muy numerosa, muy variada y muy sensible, realizar labores culturales que previenen los desequilibrios en el cultivo, y en caso de tener que actuar, hacerlo de forma que se produzca en menor perjuicio al agro-ecosistema.

Podemos hablar de que determinada especie de insecto constituye una plaga, cuando los daños causados al cultivo causan unas pérdidas económicas considerables, superando un umbral de daños admisible.

Los insectos en el bosque siempre han estado, desde sus inicios, tanto los que son fitófagos, es decir, que se alimentan de plantas, como sus predadores, estableciéndose un equilibrio predador-presa que permite el correcto funcionamiento de todas las piezas implicadas.

Uno de los principales problemas que pueden causar la aparición de “plagas” es la transformación de los bosques en plantaciones monoespecíficas de pinos en el mejor de los casos, o de eucaliptos en los peores, destruyendo el bosque originario y todo el ecosistema preexistente. Cuando esto ocurre, insectos defoliadores como la procesionaria del pino pueden campar a sus anchas, dejando peladas grandes extensiones de pinares, pinares, los cuales se recuperarán sin muchos problemas, ya que están preparados para ello, además, no son las únicas orugas que se alimentan de las acículas de los pinos, por poner un ejemplo, la mariposa isabelina (Actias isabelae), que se encuentra protegida legalmente, catalogada como de interés especial, se alimenta en los pinares de pino silvestre y negral, y otras muchas mariposas que no se consideran plaga, se nutren también de estos mismos árboles.

¿Realmente se puede hablar de plaga forestal? Si tenemos en cuenta lo dicho antes, y tomamos el bosque como un ecosistema, no parece acertado considerar plaga a una especie propia del lugar y del ecosistema, y no sería recomendable realizar ningún tipo de tratamiento fitosanitario, pues de esta forma se puede producir un desajuste muy importante e imprevisible en la biocenosis del bosque en cuestión.

Como conclusión, tal vez deberíamos dejar de ver el bosque como un grupo de árboles y darnos cuenta de que es mucho mas, es un sistema abierto en el que influyen una cantidad tan grande de variables, tanto abióticas o ambientales como biológicas que no podemos controlar, que cuanto menos, debería hacernos tener mucha prudencia a la hora de realizar cualquier tipo de actuación en el ecosistema, ya sea una actividad extractiva como destinada a su “conservación”.



FOTOS:  Furcula bifida (Defoliador en chopos y sauces)
             Buprestis octoguttata (Perforador en pinos)
             Scolytus multistriatus (Perforador en olmos)

Un panal de rica miel



Las abejas de la miel (Apis mellifera), son insectos sociales que forman grandes colonias permanentes o enjambres de hasta 50.000 ejemplares, casi todos obreras.

Las abejas son himenópteros, se caracterizan por presentar el cuerpo cubierto de vello y bien diferenciado en cabeza, tórax y abdomen, poseen dos pares de alas y un aguijón con el que inyectan veneno. La glosa o lengua se encuentra muy desarrollada, es muy larga para poder libar el néctar de las flores más inaccesibles. Las mandíbulas las utilizan para la construcción de sus panales de cera.

Las poblaciones silvestres suelen colocar sus panales en oquedades de árboles, aunque en ocasiones los construyen al descubierto, estos panales están constituidos por celdas hexagonales, que es la forma más eficiente para consumir la mínima cantidad de material. Las celdas se utilizan tanto para almacenar la miel, como para la incubación de la nueva generación de abejas. Las celdas de los zánganos son ligeramente mayores al resto, de esta manera, la reina coloca en ellos huevos no fecundados que darán lugar a abejas macho. Las celdas de las reinas son cónicas, en ellas, la reina coloca un huevo, igual al de las obreras. Todas las larvas son alimentadas durante sus tres primeros días de jalea real, una sustancia rica en proteínas fabricada en las glándulas salivares de las obreras, posteriormente son alimentadas con polen y néctar, mientras que las futuras reinas serán alimentadas de jalea real durante todo su ciclo larvario.

Esta especie se subdivide en tres castas sociales.

La abeja Reina tiene una función meramente reproductiva, de perpetuación de la especie, cuando funda una colonia, siempre está acompañada por un grupo de obreras que se encargarán de todo el trabajo. A lo largo de su vida, que dura varios años, serán alimentadas por las obreras e irán poniendo huevos continuamente.

Si se produce la pérdida de la reina, las obreras crearán una “reina de emergencia”, normalmente, la primera reina en emerger matará a sus rivales con el aguijón y procederá a su vuelo nupcial donde copulará con un zángano para regresar de nuevo a su colmena para seguir perpetuándola.

Las abejas Obreras, son las encargadas de recoger el polen y el néctar de las flores, de alimentar a las larvas y a la reina y construir los nidos de cera que producen con unas glándulas que poseen, entre ellas se comunican por medio de “bailes” que indican a sus compañeras donde se encuentran las fuentes de polen. Transportan el polen enganchado en los pelos de sus patas traseras, que son ramificados y se disponen formando una especie de cesto para facilitar esta función.

Los Zánganos no trabajan, su único objetivo es el de copular con una joven reina. Los zánganos viven en el panal durante el verano, pero son expulsados en otoño.

Las abejas son los insectos más estudiados del mundo por su importancia económica. La recolección de miel de colmenas silvestres proviene del mesolítico, pero la apicultura propiamente dicha o cría de abejas por parte del ser humano, data ya de la época predinástica Egipcia.

De las abejas domésticas se obtiene, además de la miel y la cera otros productos como el polen, la jalea real, el propóleo o el veneno para diversas terapias.

Aunque existen muchas especies polinizadoras, otros himenópteros, dípteros, coleópteros, etc., las abejas son los polinizadores por excelencia, Albert Einstein calculaba que si las abejas desapareciesen, la humanidad se extinguiría en unos cuatro años.



Grillotopo



El grillotopo o alacrán cebollero (Gryllotalpa gryllotalpa), es un Ortóptero, del mismo orden que grillos y saltamontes, es el único representante de su familia (Gryllotalpidae), está extendido por casi toda Europa, aunque parece estar en regresión por el empleo de plaguicidas en la agricultura, aunque cabe pensar que debido a sus hábitos, el grillotopo pase desapercibido en muchas áreas.

Perfectamente adaptado a una vida subterránea, posee unas patas delanteras completamente transformadas en unas útiles herramientas para la construcción de galerías, la forma de su cuerpo, muy robusto y compacto y casi totalmente revestido por pelos finos, le posibilita unos movimientos ágiles por el interior de sus túneles. Sus alas anteriores están algo atrofiadas, pero las posteriores están completamente desarrolladas, permitiendo a los adultos realizar vuelos más bien torpes.

Los machos de esta especie cuando "cantan" se colocan en la entrada de sus galerías con el abdomen fuera para proyectar mejor el sonido que producen, al igual que otros grillos frotando sus alas una contra otra. La hembra construye un nido bajo tierra donde pondrá entre doscientos y trescientos huevos y al contrario que la mayoría de insectos que abandonan los huevos a su suerte, en esta especie, la madre cuidará de ellos y de los jóvenes recién nacidos su primer mes de vida, hasta que sepan defenderse por si mismos, momento en que abandonarán el nido. Las ninfas (como el ejemplar de la foto) no llegarán a ser adultas hasta pasados uno o dos inviernos desde su nacimiento.

Este insecto es difícil de ver por sus hábitos subterráneos, en determinadas ocasiones puede ser encontrado fuera de la tierra, salen a la superficie cuando sus túneles están inundados, aunque no es frecuente verlos. Resulta más frecuente detectar su presencia por sus daños a la agricultura, este insecto que se alimenta fundamentalmente de larvas de otros insectos, puede consumir raíces y bulbos de plantas, no desprecia obviamente las de las plantas hortícolas, pudiendo hacer desaparecer el cepellón completo de muchos plantones ocasionando su muerte, un daño que puede ser asumido si tenemos en cuenta que elimina gran cantidad de insectos perjudiciales para el cultivo y que airea el suelo mediante sus túneles.

Perpetuación del bosque



Con las lluvias de otoño se prepara una nueva generación de árboles en el bosque mediterráneo.

Multitud de piñones, bellotas y semillas de cantidad de arbustos y plantas herbáceas dependen de estas lluvias otoñales para poder germinar. En realidad se trata de una estrategia de supervivencia, ya que al germinar en otoño, el plantón tendrá tiempo suficiente para desarrollar una raíz pivotante lo suficientemente profunda que le permita sobrevivir en verano.

Las bellotas de las encinas, generalmente no mostrarán sus primeras hojas hasta llegada la primavera, pero para entonces ya habrá formado una buena raíz principal, los piñones suelen germinar dejando unas hojas rudimentarias que le servirán para hacer la fotosíntesis, aya que la semilla posee menos substancias de reserva.

Este proceso no sería viable si todas las semillas quedasen justo debajo de la planta madre, los jóvenes arbolillos no podrían competir por la luz, el agua y los nutrientes y morirían en poco tiempo, por lo tanto, la naturaleza ha creado diferentes métodos para alejar las semillas y dispersar a las plantas llegando a colonizar otras zonas a veces lejanas.

El viento suele ser el principal agente de dispersión de las semillas pequeñas, algunas de ellas poseen estructuras para favorecer esta acción. Otras veces, las semillas están rodeadas por la pulpa de un fruto carnoso, de esta forma, los pajarillos, zorros y otros animales consumirán los frutos y repartirán las semillas por el bosque mezcladas con sus excrementos. Otros árboles poseen semillas de gran tamaño, bellotas, nueces, avellanas, etc. son demasiado pesadas para ser trasportadas por el viento y demasiado grandes para ser ingeridas por pajarillos.

Estas grandes semillas, suelen ser almacenadas por otros animales como despensa para tiempos de escasez. Estos animales podrían considerarse los ingenieros del bosque. Roedores como ratoncillos o ardillas entierran estas semillas, cientos de ellas, y por tanto, a la hora de recuperarlas, siempre quedan algunas que no son encontradas y tienen la posibilidad de germinar en un sitio adecuado. Los arrendajos por su parte, entierran bellotas que recuperarán en primavera ayudándoles para encontrarlas de las jóvenes encimas brotadas, localizando el brote es más sencillo, luego la bellota es arrancada quedando el joven árbol en el sitio, De esa manera, tanto el animal como la planta son beneficiados.

Arañas tigre



Las arañas tigre, del género Argiope, son unas de las arañas más vistosas que podemos encontrar en la Península Ibérica. Se caracterizan por su gran tamaño y sus colores, amarillo, blanco y negro formando unas bandas características.

Su tela es también característica, es muy grande, a modo de red vertical en la que chocarán los insectos. Es muy resistente a los choques, por lo que puede apresar grandes insectos como mariposas o saltamontes que posteriormente envuelve en seda con rápidos movimientos, inyectando a su vez jugos digestivos para licuar a su presa y consumirla más tarde.

Presentan dimorfismo sexual muy marcado, la hembra es mucho mayor que el macho, y presenta el opiostoma (abdomen) mucho mas engrosado. Tras la cópula, que como en otras especies de arañas puede ser la última para el macho por ser devorado por la hembra, ésta realizará la puesta protegiendo los huevos en un saco de seda llamado ooteca.

Podemos encontrar tres especies del género en nuestra península, con hábitos similares, pero cada una con sus peculiaridades.

Argiope bruennichii (Foto 1 y 2), la auténtica araña tigre, está extendida por gran parte del continente europeo, suele preferir instalarse en zonas libres de árboles, utilizando para instalarse la veetación herbácea fundamentalmente, abunda especialmente en zonas con cierto grado de humedad como son los carrizales, pudiéndose encontrar en estos lugares altas concentraciones de esta especie. Suele instalar la tela casi a ras del suelo, alimentándose casi en exclusiva de saltamontes.

Argiope lobata (Foto 3), es un poco mas grande que A. bruennichi, su opiostoma es aplanado con el margen lobulado (lo que le da nombre), suele preferir situaciones más secas que la anterior, siendo frecuente en formaciones arbustivas del bosque mediterráneo y sus etapas de sustitución. La hembra coloca la tela de hasta un metro de diámetro en los arbustos y permanece siempre en la parte inferior, debido a su diseño cromático, posee un gran camuflaje, vista desde el suelo es plateada confundiéndose con el cielo y desde arriba es críptica con el suelo y la vegetación.

Argiope trifasciata (Foto 4) es muy similar en apariencia a A. bruennichi, diferenciándose de ésta por la disposición de las franjas del opiostoma. Esta especie tiene una distribución más restringida que las anteriores, limitándose a las zonas costeras sin penetrar mucho tierra adentro, aunque en los últimos años parece estar sufriendo una ampliación significativa de su área de distribución.

Adios al matamoscas



Podemos estar cerca de la desaparición de las paletas matamoscas y de los esprais que no tienen apenas efecto sobre estos insectos muy molestos en determinadas ocasiones, todo esto gracias a un aliado natural, alguien que siempre ha estado allí, pero que casi nunca le prestamos atención, un hongo "enemigo" natural de estos animalillos.

Una forma bastante cruel de morir para un insecto es ser parasitado por un hongo Zigomiceto, es lo que le ha pasado a la mosca que os muestro en la imagen. Esta mosca (Musca domestica) está afectada por el hongo Entomophtora muscae, un hongo que parasita las moscas adultas nutriéndose de sus tejidos internos, finalmente, la mosca se dirige a un lugar para morir, son frecuentes cristales, paredes, hojas de plantas, etc.

Es en otoño cuando suelen encontrarse moscas muertas pegadas (como en este caso) en los cristales y rodeadas por una aureola, como una especie de polvo blanco, formada por los esporocistos del hongo, a la espera de parasitar otra mosca y perpetuar el ciclo.

Este tipo de hongos, han sido o están siendo investigados por su potencial uso como lucha biológica contra la mosca doméstica, un insecto que cada vez más muestra resistencias a la mayoría de los insecticidas utilizados para su control.