Las abejas de la miel (Apis mellifera), son insectos sociales que forman grandes colonias permanentes o enjambres de hasta 50.000 ejemplares, casi todos obreras.
Las abejas son himenópteros, se caracterizan por presentar el cuerpo cubierto de vello y bien diferenciado en cabeza, tórax y abdomen, poseen dos pares de alas y un aguijón con el que inyectan veneno. La glosa o lengua se encuentra muy desarrollada, es muy larga para poder libar el néctar de las flores más inaccesibles. Las mandíbulas las utilizan para la construcción de sus panales de cera.
Las poblaciones silvestres suelen colocar sus panales en oquedades de árboles, aunque en ocasiones los construyen al descubierto, estos panales están constituidos por celdas hexagonales, que es la forma más eficiente para consumir la mínima cantidad de material. Las celdas se utilizan tanto para almacenar la miel, como para la incubación de la nueva generación de abejas. Las celdas de los zánganos son ligeramente mayores al resto, de esta manera, la reina coloca en ellos huevos no fecundados que darán lugar a abejas macho. Las celdas de las reinas son cónicas, en ellas, la reina coloca un huevo, igual al de las obreras. Todas las larvas son alimentadas durante sus tres primeros días de jalea real, una sustancia rica en proteínas fabricada en las glándulas salivares de las obreras, posteriormente son alimentadas con polen y néctar, mientras que las futuras reinas serán alimentadas de jalea real durante todo su ciclo larvario.
Esta especie se subdivide en tres castas sociales.
La abeja Reina tiene una función meramente reproductiva, de perpetuación de la especie, cuando funda una colonia, siempre está acompañada por un grupo de obreras que se encargarán de todo el trabajo. A lo largo de su vida, que dura varios años, serán alimentadas por las obreras e irán poniendo huevos continuamente.
Si se produce la pérdida de la reina, las obreras crearán una “reina de emergencia”, normalmente, la primera reina en emerger matará a sus rivales con el aguijón y procederá a su vuelo nupcial donde copulará con un zángano para regresar de nuevo a su colmena para seguir perpetuándola.
Las abejas Obreras, son las encargadas de recoger el polen y el néctar de las flores, de alimentar a las larvas y a la reina y construir los nidos de cera que producen con unas glándulas que poseen, entre ellas se comunican por medio de “bailes” que indican a sus compañeras donde se encuentran las fuentes de polen. Transportan el polen enganchado en los pelos de sus patas traseras, que son ramificados y se disponen formando una especie de cesto para facilitar esta función.
Los Zánganos no trabajan, su único objetivo es el de copular con una joven reina. Los zánganos viven en el panal durante el verano, pero son expulsados en otoño.
Las abejas son los insectos más estudiados del mundo por su importancia económica. La recolección de miel de colmenas silvestres proviene del mesolítico, pero la apicultura propiamente dicha o cría de abejas por parte del ser humano, data ya de la época predinástica Egipcia.
De las abejas domésticas se obtiene, además de la miel y la cera otros productos como el polen, la jalea real, el propóleo o el veneno para diversas terapias.
Aunque existen muchas especies polinizadoras, otros himenópteros, dípteros, coleópteros, etc., las abejas son los polinizadores por excelencia, Albert Einstein calculaba que si las abejas desapareciesen, la humanidad se extinguiría en unos cuatro años.