Árboles y palmeras

Imagen del Jardín Botánico de Valencia
Aprendamos a diferenciar los árboles de las palmeras aportando unas nociones básicas sobre su crecimiento que nos ayudará a conocer un poco mejor su biología.
Las diferencias entre un árbol y una palmera son menos evidentes de lo que podrían parecer a simple vista.

Los árboles propiamente dichos, pueden clasificarse en dos grandes grupos, coníferas y frondosas.

Las coníferas pertenecen a las gimnospermas, que son las plantas con semillas verdaderas mas antiguas que existen, evolutivamente hablando, dicha semilla queda desnuda, normalmente protegida por estructuras de la planta denominadas normalmente conos. Por otra parte, las frondosas son plantas dicotiledóneas pertenecientes al grupo de las angiospermas, caracterizadas por tener sus semillas encerradas en un fruto.


Corteza de Fraxinus angustifolia
Tanto las frondosas como las coníferas tienen en común su modo de crecimiento, tanto en altura como en grosor. Dicho crecimiento, se caracteriza muy a grandes rasgos por la presencia de un tronco que se divide en ramas primarias, posteriormente en secundarias, etc. Además, los árboles, presentan una capa de células vivas llamada cambium que se sitúa perimetralmente respecto al tronco y ramas, responsable de su crecimiento en grosor, mediante la formación de madera hacia el interior y de corteza hacia el exterior. Esta capa de células, es la encargada de formar los anillos de crecimiento y de cerrar las heridas o agresiones que pueda sufrir el árbol a lo largo de su vida. Podemos ver en la imagen de al lado la capacidad de regeneración de tejidos para cerrar una herida producida en el tronco de un fresno.

Dentro del grupo de las plantas monocotiledóneas, es decir, aquellas que al germinar muestran un solo cotiledón u hoja, encontramos las palmeras, que se caracterizan por presentar un crecimiento en altura, pero no en grosor. Esto se debe a su sistema de crecimiento, en el que durante sus primeros años de vida, la palmera se dedica a incrementar el grosor de una única yema que es la que al ir creciendo formará el tallo o estípite.

Las palmeras no poseen madera, sus tejidos están formados por multitud de largas fibras donde encontramos de forma dispersa los vasos conductores de savia como se muestra en la imagen a continuación que pertenece a una Washingtonia filifera, en comparación con la madera de olivo. Estas fibras proporcionan a las palmeras una resistencia mecánica extraordinaria. Por el hecho de confiar su crecimiento a una única yema, las palmeras solamente poseen hojas verdes en su parte alta formando un penacho de palmas, y salvo casos excepcionales, no suelen formar ramificaciones en altura.

Estípite de Washingtonia filifera
Madera de olivo







1 comentario:

Jorge Ramiro dijo...

Nunca me había interesado en los arboles, pero desde que me mude a los apartamentos en
rosario
, comencé a interesarme por ello ya que frente a mi edificio tengo un parque muy grande con una arboleda muy bella